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Rafael E. Sar. Te

Bogotano del año nobel macondiano, nacido en la Bonanza pre neo liberal y crecido en la época del terror (que no termina), solía pasársela en las montañas de la E.P.E. cuando chico -donde aprende que sólo es posible aprender sí uno mismo se pone la tarea-, para después insertarse en la urbe Cafamiana, buscando evadir algunas clases con el mejor pretexto: El teatro. Decíde que lo suyo es actuar, pero sabe que antes de actuar es mejor pensar, asi que se inicia en los misterios de la filosofía, en un campus con forma de buho donde, como lo descubrió su padre, tenía su arbol propio para leer, dormir y tomar vino. Después cuando a este arbol se le cayeron sus hojas y rinde sus frutos, inicia su vida laboral, enseñando a chicos a pensar por sí mismos, junto al rio que todo se llevó (hasta la m!3rd4), llevándoselo a él, incluso, hasta la patagonia, donde descubre que ya ha pensado mucho y que es hora de actuar, actuar para y con el pueblo... Pero después de dos otoños recuerda que su pueblo lo ha dejado a la ribera de aquel sucio río, por lo que regresa a iniciar su limpieza, taparle los huecos a la ciudad rota, bajo su eterna lluvia, enseñando en la actualidad a los chicos a pensar y a actúar por sí mismos.

 

IED José Francisco Socarrás
IED José Francisco Socarrás

IED JOSÉ FRANCISCO SOCARRÁS - BOSA

 

El IED José Francisco Socarrás de Bosa es un mega colegio que se inaugura en el agasajo del cumpleaños de Bogotá en el año 2008, surge gracias a la implementación de las políticas de “colegios públicos de Excelencia para Bogotá”, para dar educación de calidad a 4000 estudiantes del sector de Bosa. Cuenta además de una amplia y bien dotada planta física con el servicio de restaurante que brinda comida caliente a la hora del desayuno o del almuerzo, según la jornada, a los estudiantes del sector.

El Proyecto Educativo Institucional (PEI) “Formación en Convivencia como Orientación al Proyecto de Vida”, busca la formación integral del estudiante por medio de la construcción interdisciplinaria del conocimiento, esto es, mediante el desarrollo de proyectos por ciclos que integre las miradas de los diferentes campos del saber y dando respuesta a una misma inquietud surgida del interés de los estudiantes, todo ello bajo el Modelo Pedagógico Constructivista del Aprendizaje Significativo. De este modo, para el 2018 la institución deberá ser reconocida por su identidad pedagógica de vanguardia caracterizada por la formación integral que contribuya al desarrollo de personas autónomas, críticas, competentes, tanto convivencial como cognitivamente, para construir proyectos de vida enfocados en la transformación social.

La población objeto del proyecto son los estudiantes del CICLO V del IED José Francisco Socarrás de la localidad de Bosa. Específicamente de los barrios La Libertad y el Recreo, cuyos estratos oscilan entre 1 y 2, por lo que es fácil suponer las condiciones socioculturales de la comunidad y sus necesidades prioritarias como lo serian la educación, la capacitación para la vida laboral y el fortalecimiento de los aspectos socio-afectivos. Las edades promedio de éste ciclo oscilan entre los 16 y 17 años, son estudiantes que ya han logrado cierta madurez cognitiva y social, logrando de este modo la autonomía necesaria para la elaboración de su proyecto de vida.

 


LA ÉTICA ES UNA CUESTIÓN DE ESTÉTICA

Ponencia para Encuentro Internacional de Nuevas prácticas Pedagógicas para la Convivencia en la Escuela y en el Entorno.

IDEP - UAQUE - SECRETARIA DE EDUCACIÓN DISTRITAL

Bogotá, 28 de Octubre de 2014.

 

La Ética Performada es un proyecto de aula que busca motivar en los estudiantes, del ciclo V de la IED José Francisco Socarrás de Bosa, la intervención artística, inicialmente desde el teatro, de fenómenos éticos y políticos. Surge como una propuesta metodológica basada en el Constructivismo de Ausubel, la Pedagogía del Oprimido de Freire y el Teatro del Oprimido de Boal. Los ingredientes esenciales de la propuesta atraviesan fronteras de lo íntimo, al estar ligado a la expresión artística, para proyectarse e intervenir finalmente en el ámbito comunitario que rodea al estudiante. En el presente se ha fortalecido gracias a la implementación de los grupos vocacionales en el área artística y atraviesa las fronteras curriculares de las áreas de ética, filosofía y artes. Recientemente se encuentra en proceso de fortalecimiento investigativo al estar ligado a los procesos de cualificación con el IDEP (Saberes: Arte y Corporeidad y el Proyecto UAQUE), las INCITAR y el trabajo de tesis de la Maestría en Desarrollo Social y Educativo con el CINDE – UPN.


La ética Performada busca la reflexión, la recreación y la expresión artística de las experiencias cotidianas que generan conflicto en la vida de los estudiantes. Basado en el constructivismo busca motivar a los estudiantes a reflexionar críticamente sobre sus problemáticas, a expresar sus sentires sobre las mismas, a recrearlas y a representarlas por medio del arte, para reflexionar, de nuevo, sobre las mismas y compartir dicha expresión y reflexión crítica con la comunidad educativa en general. De esta manera, vincula las sensaciones, los sentimientos y emociones de los estudiantes, su pensamiento crítico y su expresión artística en torno a las problemáticas que afectan, directa o indirectamente, su proyecto de vida.

El proyecto inicia como una necesidad personal y profesional, como expuse en un anterior encuentro del IDEP sobre arte y corporeidad, este proyecto es el resultado de una historia de vida que se ha visto marcada por la educación misma, un proyecto de vida que busca integrar todas sus experiencias y aprendizajes en su diario quehacer cotidiano, como lo es el ser persona y el ser docente de filosofía, ética y teatro. Como persona, al verme a mí mismo como un ser que defiende la libertad como principio fundamental de nuestra existencia y el amor como el vinculo universal que integra todas las cosas y el cual sólo se demuestra frente a los otros seres si hay horizontalidad e igualdad de condiciones. Como docente de filosofía, al verme como aquel docente que busca abrir las mentes de los estudiantes, estimular su pensamiento crítico, especialmente volcado hacia las dimensiones éticas del estudiante, su noción de libertad y felicidad. Y finalmente como artista escénico, al verme en la necesidad de crear y recrear la realidad de una manera siempre distinta, tejiendo sentidos desde lo personal, lo filosófico, lo ético y, obviamente, lo estético.

Al ingresar al distrito como docente, en el 2010, surgió la necesidad de generar espacios innovadores dentro de los cuales fuera posible integrar en la práctica todos mis potenciales como persona y como profesional. Fue entonces cuando me encontré con un grupo de estudiantes poco motivados por las clases de ética, se respiraba un aire de incertidumbre frente a las temáticas, problemáticas y objetivos de la clase, como si la ética en sí misma no aportara mucho a su diario vivir, como si no fuera la materia que por excelencia integrara todos los conocimientos aprendidos en la escuela para el desarrollo de un buen vivir, como si no fuera realmente útil para aprender cómo afrontar los problemas cotidianos y cómo desarrollar un proyecto de vida, o simplemente como si la ética no fuera una cuestión de lo propiamente humano: es decir, el arte de vivir (y con - vivir).

De este modo, la ética Performada empezó a crear espacios de reflexión, deconstrucción y reconstrucción de las problemáticas personales y sociales, a través de la comunidad de indagación y la expresión e intervención artística de los espacios cotidianos de convivencia (de ahí que se autodenomine “Performada”). Así mismo busca empezó una metodología de enseñanza – aprendizaje innovadora que integra el constructivismo, la expresión artística, la intervención y transformación personal y social.

La Ética es una cuestión de Gustos.

El punto de partida es el supuesto, inspirado en Hume,[1] según el cual las distinciones éticas surgen de las apreciaciones estéticas, lo bueno y lo malo de una situación dada se suele juzgar según la sensación de agrado o desagrado que generan en cada sujeto, involucrando, de este modo, el gusto estético en el juicio moral. Ello nos lleva a plantear la necesidad de indagar con los estudiantes aquellas situaciones cotidianas que no nos agradan, que nos parecen por sí mismas perjudiciales para nuestro bienestar, personal y colectivo. Es por ello que resulta necesario que la ética tenga como su principal referente la sensibilidad del estudiante, lo que podemos denominar, en este nivel como SIMPATÍA. Acto seguido, las emociones y los sentimientos empiezan a surgir cuando tales sensaciones vienen acompañadas por el pensamiento, es decir, podemos quizás afirmar que las emociones son esa unión de sensaciones y pensamientos nos conducen al sentimiento moral.

Las emociones resultan ser el punto de encuentro entre lo que sentimos y lo que pensamos sobre aquello que sentimos. La ira, por ejemplo, surge cuando una sensación de desagrado es acompañada por la representación del objeto que nos produce el malestar. Este objeto, esta representación, viene cargada de la historicidad del sujeto, de sus experiencias previas, de sus saberes. Por lo que podemos ver que el gusto o disgusto por si mismos solo son una sensación, mientras que el sentimiento que generan tienen una carga cognitiva muy importante. De este modo, se hace necesario generar una reflexión en torno a esos sentimientos, su causa, las ideas que acompañan ese sentir, los mitos y verdades que rodean ese sentir y esa idea u objeto relacionado.

Iniciamos así un proceso mediante el cual el autoconocimiento se hace fundamental. ¿Quiénes somos y por qué sentimos lo que sentimos? ¿Cómo lo sentimos y de qué manera se transforma, aquello que siento, cuando lo pienso desde una perspectiva más abierta? Esta perspectiva se ve complementada con el sentido común, el cual que se teje en el convivir con los demás, en el compartir mis ideas y mis sentimientos con los demás, al ponerlos sobre la mesa y reflexionar sobre sus componentes, modificando aquellos sentimientos que no son esenciales al objeto, sino que obedecen a circunstancias históricas de mi aprendizaje individual, o que pueden ser simplemente parte de mi carácter como sujeto único e irrepetible que tiene una manera singular de sentir, pensar y vivir[2].

Mediante este proceso de autoconocimiento, reconozco lo que soy y cómo percibo el mundo, cómo afecta el mundo mi diario vivir, como afecta mi idea del mundo, adquirida por mi experiencia singular, el modo como reacciono frente al mismo. Al reconocer esto, al hacer partícipe de este modo peculiar de ver el mundo a los que me rodean, empieza el reconocimiento de mi ser por parte de los demás, así como empieza el proceso de reconocer a los otros como otros sujetos cargados de sentido, junto con los cuales entretejo mi mundo y mi idea del mundo,  entretejiendo el sentido de la realidad, que de esta manera se convierte en Sentido Común.

El sentido común abre las puertas al otro dentro de mi propio ser, entiendo y reconozco lo que pienso y siento, porque existen otros que así lo aprueban o desaprueban, la convivencia es el compartir mi mundo con el de los demás y tejer un sentido común, el cual solo es posible si abro las puertas de mi ser y empiezo a sentir como los demás sienten, empiezo a ponerme en los zapatos de los demás, a sentir lo que se denomina EMPATÍA, ese sentimiento fundamental para la construcción de la con-vivencia.

La empatía (que deviene del griego pathos, padecer) significa que quien la siente, siente lo que los demás sienten, por un mecanismo innato que permite interiorizar las sensaciones y sentimientos de otro ser, en tanto que reconozco que es un igual, al menos biológicamente hablando. Sin embargo, también el reconocimiento del otro como un ser histórico, el saber lo que vivió y cómo lo vivió, me permite llegar a experimentar la empatía, no solo como una reacción biológica innata, sino también como el resultado de la relación entre sensaciones e ideas, o lo que es lo mismo, los sentimientos.

La empatía se potencia en la medida en que logro distinguir más claramente mis emociones, mis pensamientos, mis sentires, se potencia al tener mayor conciencia de lo que soy y de lo que siento, logrando ampliar mi espectro acerca de lo que producen en mi y en los demás ciertos objetos, actos y/o situaciones. Así, la sensación, la simpatía, las emociones, los sentimientos, la empatía, la reflexión personal y colectiva frente a los mismos, resultan ser el inicio de mi percepción sobre lo ético, como una construcción (o más bien, entretejido) personal y social desde estético.

Del sentir al expresar

En las clases de ética Performada buscamos, entonces, que los estudiantes expresen abiertamente sus sentimientos, sus emociones y sus percepciones acerca del mundo que los rodea. Las dinámicas de la clase se ven rodeadas con juegos, especialmente teatrales, que nos permiten entrar en confianza con los demás, al ponernos a todos en un mismo nivel y entrando en un estado de juego que nos permita romper con lo establecido. Al jugar creamos un ambiente de horizontalidad en las relaciones personales que resulta fundamental para el establecimiento de un estado de igualdad y mutuo reconocimiento, en suma, permite que nos liberemos y dejemos de lado los prejuicios y estemos atentos a lo que le sucede al otro, abriendo las puertas a la empatía.

Al liberarnos frente al otro, ejercemos nuestra verdadera libertad, fundamento de la expresión artística. Cuando sentimos esa libertad de ser lo que somos, logramos quitarnos el miedo a ser juzgados y logramos el estado ideal de la expresividad. Siento como los demás sienten, los demás sienten como yo siento. Ahora es el momento de darle rienda suelta a mi creatividad, liberando mis emociones y plasmándolas en mi creación artística.

La libertad de expresión y el Libre desarrollo de la personalidad

Como conclusión de esta ponencia quisiera que viéramos a la ética performada como aquel proyecto que surge de la necesidad de creer en la subjetividad humana como un proyecto de vida, con la necesidad de hacerse a sí misma, como una subjetividad que solo debe aprender a hacer uso de su libertad, de su libre expresión y de su libre desarrollo. Es por ello que la ética performada se propone desarrollar una nueva forma de ver la educación como un proceso creativo, reflexivo, siempre cambiante y siempre renovable. Es por ello que la ética performada combina en sus clases la estética, la filosofía y la historia personal de quien lidera el proceso.

Es por ello, finalmente, que la Etica Performada “no cambia al mundo, cambia a las personas que van a cambiar el mundo” (Freire), por lo que el proyecto, finalmente, resulta cargado de la sensibilidad, del pensamiento y del compromiso vital de quien la lidera. La combinación teórica se sigue nutriendo y se seguirá alimentando de la investigación y la intuición constante de su autor. Esperando para el futuro crecer cada vez mas y mejor, integrándose a otros proyectos locales, distritales, nacionales y ¿por que no? internacionales para su fortalecimiento [3].

MUCHAS GRACIAS

Rafael Eduardo Sarmiento Zárate

 

 

 

 

 



[1] En mi monografía de para finalizar mi carrera de Filosofía en la Universidad Nacional, traté el tema IDENTIDAD PERSONAL Y AUTOCONCIENCIA EN HUME (2005). Donde pude mostrar el papel de las emociones en la constitución de la identidad personal (SELF), especialmente aquellas emociones de Orgullo y Humildad

[2] En este sentido, me gustaría traer a colación a Michel Foucault y sus tecnologías del yo, las prácticas del cuidado de sí, su referencia al mundo socrático y helenístico, pues es de notar que el objetivo de Foucault es el fortalecimiento del sujeto, de su discernimiento moral a través de la ética del cuidado del sí, de las tecnologías del yo. Aún cuando esta indagación aun está en curso, puedo adelantar que está siendo alimento de la Ética Performada).

[3] Finalmente, y para dejar constancia de lo anterior, quisiera invitar a todos los asistentes a hacer parte de la ética performada, a divulgar su mensaje, a contactar y crear redes con el proyecto, mediante la pagina web http://eticaperformada.jimdo.com/.

 

Ética Performada

Ponencia en el Encuentro Arte y Corporeidad en la Escuela.

IDEP, Marzo de 2014


 “La educación no cambia al mundo, cambia a las personas que van a cambiar el mundo.” Freire


Quiero abrir esta ponencia[1] con esta frase inspiradora de Freire, ya que caracteriza en parte el objetivo fundamental de la misma, a saber, cuál es el papel del educador en la transformación del mundo. Pues bien, debo comenzar explicando la manera como la educación me hizo una persona capaz de cambiar el mundo. Soy un investigador de la docencia desde que inicié mi vida estudiantil, por allá en el 86 al ingresar en la EPE [i], recuerdo que mi primera aproximación a la educación fue cuando me quedé solo en el salón de clase con mis nuevos compañeros y mi nuevo profesor, momento de epifanía en el cual el miedo y la incertidumbre por primera vez se hicieron presentes en mi memoria, en tanto que me encontré con personas desconocidas que, aparentemente, no tenían nada del caluroso abrazo materno que días antes me reconfortaba.

Quizás en este primer encuentro el profesor me resulto muy hostil, así como mis compañeros, razón por la cual al día siguiente tenía más miedo a entrar a ese salón y me quedé afuera, llorando, y una maestra, dulce y maternalmente, me recogió y me llevó a su salón. Ese fue el único año escolar que perdí, pues sin querer queriendo había retrocedido un año escolar, del grado uno al grado cero. No obstante, dada la maternalidad y la diferencia de compañeros, terminé adaptándome a ese nivel de una manera más rápida y, por lo tanto, ninguno de mis padres o maestros vieron problema alguno en dejarme en un grado inferior al preferido inicialmente.

Inicié entonces, lo que vendría a ser mis primeros pasos como educador, aprendiendo, bajo esa experiencia innovadora, lo que significa convivir en un segundo hogar, manteniendo la libertad, y educándome, como persona, en un ambiente natural, agradable y sobre todo muy “personalizado”. Desde entonces y durante los siguientes 8 años, el desarrollo de mi personalidad fue el objetivo fundamental de mi experiencia educativa, tanto como educando como futuro educador. Sin embargo, como sujeto de deseos, que siempre desea aquello que no tiene, quise cambiar de colegio a uno más tradicional, pues notaba que era distinta la EPE y que yo “quería” ser como los demás, quizás pertenecer, quizás identificarme aun más con lo “normal”. Me cambié de colegio, para ingresar al CAFAM, donde la sola planta física y el uso de un uniforme me darían la experiencia de “normalidad” que buscaba.

En CAFAM aprendí que uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde. Aprendí a ser rebelde mientras aceptaba, apretando los dientes, lo que había decidido, es decir, fue uno de mis primeros actos de responsabilidad con respecto a mi propia libertad de elección. La huella de la EPE se hizo evidente. Empecé a notar, así, las diferencias y a apreciarlas. Comencé a valorar la libertad, el diálogo, la personalización, la diferencia de métodos que ambas instituciones usaban en la formación de personas. Extrañe lo que perdí, pero lo mantuve como huella imborrable para el resto de mi formación. Notando que hay un debate educativo en torno a los modelos de enseñanza – aprendizaje que debía ser superado y en carne propia viví los problemas fundamentales de la educación en Colombia, como los mencionados al valorar la diferencia y la brecha que existe entre una educación personalizada y una educación al estilo industrial[ii].

Esta combinación de factores me llevó a estudiar, en el año 2000, Filosofía en la única Universidad en la cual sentía me podría identificar: La Universidad Nacional. Lo cual implicaría que mi quehacer se vería abocado a la docencia y a la investigación de lo que significa ser humano, libre y crítico. Después de graduarme como filósofo sabía que iniciaría mi vida profesional, aun cuando, haciendo ésta mirada retrospectiva ésta profesión se había iniciado en mi desde que entré 20 años atrás a la escuela.  Ya que cuando empecé a dar clases mis verdaderos referentes como educador habían estado presentes, enseñándome, desde ese entonces.

Paralelamente, y desde que tengo memoria en la EPE, estuve cultivando mi pasión por las artes escénicas, de una manera casi ininterrumpida. Con ellas mantuve el hilo conductor de mi propuesta educativa: el arte y el estado de juego como liberación de las estructuras establecidas. En el 2007 emprendí un viaje de año y medio a Mendoza, Argentina, donde estudié en la Escuela Popular de Teatro, aprendiendo técnicas y, sobre todo, aprendiendo a usar el teatro como una herramienta de liberación y transformación social, especialmente al ser teatro popular y más específicamente por introducirme en las técnicas del teatro del oprimido, espinita que duró clavada en mi corazón por el compromiso que adquirí como “multiplicador” de la misma.

De este modo, dando tumbos de una institución a otra en mi regreso a Bogotá [iii], me fui formando como formador hasta llegar finalmente al distrito, donde temía la innovación no iba a ser uno de sus ingredientes. Después de más de 3 años ahí, he podido cambiar este prejuicio, con las dosis de rebeldía y resistencia que había adquirido durante mi historia de vida. Fue ahí donde nació este proyecto investigativo y es ahí donde encuentra un territorio fértil para su elaboración. La educación no había cambiado el mundo, me había cambiado a mí y era mi deber cambiar el mundo a través de la educación.

La necesidad de una Ética Performada surge a partir del momento que ingreso al distrito, como una propuesta que buscaba, al interior de los límites de las políticas públicas, motivar a los estudiantes de la clase de ética, con quienes al principio no tuve empatía ni tampoco motivación para realizar, del modo que había idealizado, mis clases. Al ingresar a la institución me vi nuevamente solo en un ámbito hostil, sólo a la deriva, dentro de una maquinaria que, parecía, me iba a tragar vivo. Venía cargado de prejuicios en torno a la educación pública, prejuicios tales como su baja calidad, la baja motivación docente, la mediocridad y su vulnerabilidad a los cambios políticos. Si bien muchos de esos prejuicios han cambiado, lo han hecho en virtud de mis motivaciones personales y profesionales para evitar que estos defectos invadieran mi quehacer. La arteria principal por medio de la cual fluía esta motivación se fue encaminando en mi proyecto de aula que hoy vengo a exponerles y el cual da cuenta de mi historia personal en torno a la educación: el reto fue y será mantener mi identidad y proyección personal y profesional en medio del monstruoso sistema de la educación pública.

Como ya hemos podido vislumbrar el proyecto tiene mucha tela por cortar, muchos interrogantes por resolver y muchas incertidumbres por superar. Gracias a la ayuda de este tipo de vinculaciones con otros ámbitos investigativos[iv] la propuesta ha crecido en credibilidad (o autoconfianza) y tiene ahora más preguntas y retos que los iniciales. Hoy en día puedo ser más consciente de sus límites y desafíos, los cuales, serán en lo sucesivo motivo de esta ponencia.

El principal reto del proyecto fue la puesta en práctica de todos mis aprendizajes como investigador de la educación y como persona. Nunca en mi actividad docente he podido separar estos dos ámbitos, mi historia personal y mi actividad profesional. Al elegir esta carrera elegí también una forma de vida, una historia, y no comprometerlas a ambas significaría una división en mi vida que solo podría desembocar en la locura o la infelicidad. Por suerte, he preferido que me llamen loco pero jamás infeliz.

Al entrar chocando desde la primera clase con un grupo de estudiantes sentí que ese quizás no era mi lugar, sin embargo, no podía quedarme simplemente llorando a la espera de una rectora maternal que me cambiara de curso. Esta vez tenía, como aquella, que defender mi felicidad a toda costa, por lo que decidí desnudar mi verdadero ser frente a los estudiantes y enfrentarlos con todas y cada una de las armas que mi historia de vida y mi experiencia profesional tenían a la mano: la experiencia personalizada de libertad y critica en la EPE, mi inconformidad, al igual que la de los estudiantes con los tradicionalismos educativos, la confianza en lo que sabía tanto en filosofía como en el teatro y mi sonrisa a la hora de enfrentarme a cualquier encuentro social. Había decidido ser yo mismo sin pretender ser alguien más, o lo que es lo mismo, no podía pretender ganarme a los estudiantes siendo el profesor, autoritario y vertical, que tanto rechacé. Empecé a negociar con ellos desde una posición horizontal, basándome en la empatía, que solo es posible ganarse con la honestidad, y proponiéndoles hacer de mis horas de clase un lugar de distensión y regocijo, a comparación de lo que ellos creían tenían que enfrentar conmigo y su primera impresión malograda de lo que venía a ofrecerles yo. Me propuse ser el maestro que siempre quise ser, siguiendo el ejemplo de cada uno de los que me enseñaron a ser persona por encima de profesor.

Las claves que siempre he intentado mantener como docente han sido la horizontalidad de las relaciones, en tanto que se hace necesario, como nos enseñaba Platón, mantener una relación mínima de amistad con los estudiantes, pues ellos vienen a uno por que confían en uno y de este modo en el saber que uno transmite (al estilo de Sócrates, a quien todos buscaban por su saber y agradable forma de ser). La otra clave siempre ha sido mantener la libertad, tanto personal como la de los estudiantes, como fundamento de la práctica educativa, pues si no somos educados, o no educamos, para la libertad, no tiene sentido esperar que algún día hagan un buen uso de la misma: somos libres y debemos aprender a serlo sin lastimar a los demás.

También he mantenido una actitud de juego frente a mi quehacer, el juego siempre ha permitido sonreírle a la vida, a los demás, reírse de uno mismo y entender las dinámicas de la vida como un juego más. El juego nos abre la mente a otras posibilidades, nos pone a prueba con el aquí y el ahora, exige el desarrollo de la improvisación en la resolución de problemas, pone a flor de piel la sensibilidad y la empatía, en suma, nos descubre como sujetos al desnudarnos como niños frente al par, todos estamos en un juego y en cada juego hay reglas claras, pero siempre podemos cambiar de juego y no tomarnos algunos “juegos” demasiado en serio.

Finalmente, como filósofo he mantenido una actitud crítica, escéptica, indagadora  e investigadora frente a mi quehacer y a mis propias enseñanzas, he intentado transmitir a mis estudiantes esa faceta de mi ser para que lo apliquen a sus vidas, así como la he aplicado en cada una de mis reflexiones en torno a mi vida y mi profesión, soy un filosofo de mi vida, soy un filosofo de mi expresión artística, de mi quehacer educativo, soy un filósofo de la educación y como tal nunca estará acabado un escrito como él presente, siempre seré un texto abierto y lleno de preguntas.

A modo de conclusión, quisiera retomar una metáfora sobre la filosofía, que se asemeja con el tejido de Penélope, quien a la espera de su verdadero amor teje en el día, pero ante la presión social promete casarse apenas termine el tejido (dada la ausencia de Ulises), aun cuando por las noches desteje tal tejido manteniendo la esperanza por el regreso de Ulises. La filosofía, la educación, el arte, el quehacer diario, la vida misma, es este tejido que se teje en el día y se desteje en la noche para volverlo a tejer desde el principio al día siguiente, manteniendo la esperanza constante que el motivo inicial y fundamental de ese tejido nunca se perderá.

 

Ética Performada es un proyecto que busca motivar en los estudiantes del ciclo V la intervención artística, especialmente en el teatro, de fenómenos éticos y políticos. Surge como una propuesta metodológica basada en el Aprendizaje Significativo (Ausubel), la Pedagogía del Oprimido (Freire) y el Teatro del Oprimido (Boal). Los ingredientes esenciales de la metodología atraviesan fronteras de lo íntimo, al estar ligado a la expresión artística, para proyectarse e intervenir finalmente en el ámbito comunitario que rodea al estudiante.

Se inscribe inicialmente como un proyecto de aula para obtener el título en Pedagogía para Profesionales no Licenciados de la Universidad Minuto de Dios (2010), momento desde el cual se ha implementado en las aulas de la IED José Francisco Socarrás de Bosa. En el presente se ha fortalecido gracias a la implementación de los grupos vocacionales en el área artística y pretende atravesar las fronteras curriculares de las áreas de ética, filosofía y artes.  Desde el año 2013 hace parte de la investigación Arte y Corporeidad del convenio IDEP – Universidad Javeriana y se encuentra actualmente inscrito como proyecto inicial de investigación en la Maestría en Desarrollo Social y Educativo del CINDE – UPN (2014).

 

Rafael Sarmiento Zárate

Docente de la Investigación: Ética Performada - IED José Francisco Socarrás – Bosa. Filósofo Universidad Nacional De Colombia (2006) – Estudió de teatro en la Escuela Popular de Teatro de Mendoza, Argentina (2007 – 2008) - Estudiante de la Maestría en Desarrollo Social y Educativo - CINDE–UPN (2014).

Contacto: rafaelesarte@gmail.com; http://eticaperformada.jimdo.com/



[1] Rafael Sarmiento Zárate

Docente de la Investigación: Ética Performada - IED José Francisco Socarrás – Bosa. Filósofo Universidad Nacional De Colombia (2006) – Estudió de teatro en la Escuela Popular de Teatro de Mendoza, Argentina (2007 – 2008) - Estudiante de la Maestría en Desarrollo Social y Educativo - CINDE–UPN (2014). Contacto: rafaelesarte@gmail.com ; http://eticaperformada.jimdo.com/.

 



[i] Escuela Pedagógica Experimental (EPE).

[ii] Es de notar que mientras la EPE manejaba un número reducido de estudiantes por aula, CAFAM duplicaba este número.

[iii] Durante el 2006 trabajé en una experiencia innovadora con enfoque científico como el Gimnasio Campestre Marie Curie, donde aprendí la magia de la “filosofía para niños”, otra experiencia también innovadora pero con enfoque de educación personalizada como Teaching and Tutoring duaante el 2009 – primer semestre de 2010.

[iv] Como el evento que convocó esta ponencia, en el Encuentro de Maestros sobre Arte y Corporeidad, propiciado por el IDEP – Universidad Javeriana, en Bogotá Marzo 6, 7 y 8 del año en curso.